Mientras los niños juegan en el patio del colegio a la villarda, en esos siempre cortos minutos de recreo, Juan se pega una carrera hasta la Ermita de San Telmo. Tiene 8 años y allí invierte este pequeño espacio de tiempo en limpiar plata, "lo primero que te enseñan en una hermandad". Buenas son las regañinas de su padre, porque "lo primero es la tarea". Son los años 50. Desde entonces, su vinculación con la Hermandad del Cristo de la Expiración no se ha quebrado un segundo. Juan Sánchez Mesa está jubilado ahora de sus labores como administrativo para un empresa, una nueva etapa que aprovecha para dedicar más atención si cabe a esta iglesia como en la organización de su archivo, uno de los más destacados de las cofradías jerezanas.
Una tarea en la que lleva enfrascado casi tres años y que está prácticamente concluida. Una luminosa habitación en la planta de arriba de la Ermita es su sede. Estanterías con archivadores perfectamente ordenados y clasificados, obra de unas manos cuidadosas y una mente perfeccionista. "Le comenté al hermano mayor, Antonio Yesa, si me dejaba organizar todos estos documentos, que estaban metidos en cajas sin clasificar. Ahora está todo en orden, por años, fechas, temática... Cualquiera que llegue puede encontrar el papel que busca", cuenta Juan.
'Legajos' que siempre han estado en la casa y que han ido llegando poco a poco. Como los comprobantes de caja de 1918 en adelante y originales, recortes de prensa, papeletas de sitio, fotografías, donaciones para la nueva imagen del Cristo de 1950, las actas capitulares que cuentan la historia de la Hermandad, nacida hace ya más de 400 años (en 1588) y que originariamente era Del Valle, es decir, todo lo que pasa en ella; o un libro de 108 folios a modo de referéndum celebrado en 1934, en plena II República, sobre si debía salir el Cristo. Finalmente ganó el sí.
El 'archivero' va sacando de la estantería los papeles más destacados o que más le han llamado la atención. Entre ellos, muestra orgulloso, "la joya de la corona" de la Hermandad: los libros de altas de hermanos de 1678. Da reparo tocarlos, porque parece como si se fueran a desvanecer en las manos. Si embargo, el papel resiste al tiempo, ha querido esperar todos estos años a que las manos de Juan le tocasen. Otro tesoro, la indulgencia plenaria de Sixto V a todos los altares de la Hermandad, de 1587. "El objetivo es digitalizar un día el archivo para que se pueda conservar mejor y los documentos no se estropeen con el uso. A la vez que el archivo, estoy arreglando la biblioteca", subraya, de la que destaca el libro 'La Historia del Cristo de Jerez', de José Luis Repetto Betes.
Aquella experiencia como 'limpiador' de plata le ha 'pasado factura' a Juan. Si en la hermandad lo hace tan bien, en su casa...., pues igual. "No me importa (ríe), siempre me ha gustado y es algo que me entretiene. Aunque cuando llega la época de la remolacha es cuando tengo más trabajo, porque se pone negra".
Y como una recompensa a tanto trabajo, entre los miles de papeles que han pasado por sus manos, Juan encontró una factura de una fábrica de cal ubicada en la calle Cerrofuerte 16, la que luego fue su casa familiar, de sus padres y los nueve hermanos. "Fue toda una sorpresa. Ahora ya entiendo por qué mi madre llamaba a una parte de la vivienda la 'galería', que venía de la calería, que iba desde el patio de la casa hasta un corral que estaba al fondo, donde se guardaba todo el material de construcción".
Además de documentos, la Hermandad conserva celosamente un importante patrimonio en orfebrería, cuadros, el ajuar de la Virgen... De las vitrinas extrae el 'archivero' una preciosa demanda de 1782 y la campana del muñidor de 1749 de plata de ley.
A Juan la curiosidad le tiene ensimismado. Han sido y son horas invertidas que tienen "su recompensa". Una labor que no expira, una gestión de cara al futuro. Un flujo de información que llega al presente desde el pasado, a través de las manos de casi un estudioso, empeñado en dar a conocer a los jerezanos la historia de la que sigue siendo su segunda casa.
Una tarea en la que lleva enfrascado casi tres años y que está prácticamente concluida. Una luminosa habitación en la planta de arriba de la Ermita es su sede. Estanterías con archivadores perfectamente ordenados y clasificados, obra de unas manos cuidadosas y una mente perfeccionista. "Le comenté al hermano mayor, Antonio Yesa, si me dejaba organizar todos estos documentos, que estaban metidos en cajas sin clasificar. Ahora está todo en orden, por años, fechas, temática... Cualquiera que llegue puede encontrar el papel que busca", cuenta Juan.
'Legajos' que siempre han estado en la casa y que han ido llegando poco a poco. Como los comprobantes de caja de 1918 en adelante y originales, recortes de prensa, papeletas de sitio, fotografías, donaciones para la nueva imagen del Cristo de 1950, las actas capitulares que cuentan la historia de la Hermandad, nacida hace ya más de 400 años (en 1588) y que originariamente era Del Valle, es decir, todo lo que pasa en ella; o un libro de 108 folios a modo de referéndum celebrado en 1934, en plena II República, sobre si debía salir el Cristo. Finalmente ganó el sí.
El 'archivero' va sacando de la estantería los papeles más destacados o que más le han llamado la atención. Entre ellos, muestra orgulloso, "la joya de la corona" de la Hermandad: los libros de altas de hermanos de 1678. Da reparo tocarlos, porque parece como si se fueran a desvanecer en las manos. Si embargo, el papel resiste al tiempo, ha querido esperar todos estos años a que las manos de Juan le tocasen. Otro tesoro, la indulgencia plenaria de Sixto V a todos los altares de la Hermandad, de 1587. "El objetivo es digitalizar un día el archivo para que se pueda conservar mejor y los documentos no se estropeen con el uso. A la vez que el archivo, estoy arreglando la biblioteca", subraya, de la que destaca el libro 'La Historia del Cristo de Jerez', de José Luis Repetto Betes.
Aquella experiencia como 'limpiador' de plata le ha 'pasado factura' a Juan. Si en la hermandad lo hace tan bien, en su casa...., pues igual. "No me importa (ríe), siempre me ha gustado y es algo que me entretiene. Aunque cuando llega la época de la remolacha es cuando tengo más trabajo, porque se pone negra".
Y como una recompensa a tanto trabajo, entre los miles de papeles que han pasado por sus manos, Juan encontró una factura de una fábrica de cal ubicada en la calle Cerrofuerte 16, la que luego fue su casa familiar, de sus padres y los nueve hermanos. "Fue toda una sorpresa. Ahora ya entiendo por qué mi madre llamaba a una parte de la vivienda la 'galería', que venía de la calería, que iba desde el patio de la casa hasta un corral que estaba al fondo, donde se guardaba todo el material de construcción".
Además de documentos, la Hermandad conserva celosamente un importante patrimonio en orfebrería, cuadros, el ajuar de la Virgen... De las vitrinas extrae el 'archivero' una preciosa demanda de 1782 y la campana del muñidor de 1749 de plata de ley.
A Juan la curiosidad le tiene ensimismado. Han sido y son horas invertidas que tienen "su recompensa". Una labor que no expira, una gestión de cara al futuro. Un flujo de información que llega al presente desde el pasado, a través de las manos de casi un estudioso, empeñado en dar a conocer a los jerezanos la historia de la que sigue siendo su segunda casa.