La confianza digital de estos movimientos busca la máxima libertad y acceso al contenido para que así, la voluntad de fraude pueda ser verificada casi en tiempo real. La idea también parece propia de nuestros días y podría ser descrita como utópica. Aún así existe un principio legal, del cual raramente se hace mención cuando se habla de confianza digital, que es el principio de buena fe. Si todo es correcto, no hay miedo en saber las cosas o en que existan medios que permitan saberlas. En contraposición existen otros principios legales como el del derecho a no saber, el del derecho al olvido, que sirven de contrapunto a una libertad franca y absoluta. El debate de la confianza digital, el nuevo compromiso social necesario para abordar un espacio digital abierto, colaborativo, creible, fiable, íntegro y auténtico debe iniciarse entorno a los principios básicos de las democracias occidentales. Sus defectos tienen, sin duda, pero en ellas también un ámplio consenso en la buena fe. La misma buena fe, que por otra parte, no nos permite gritar amargamente para solicitar los cambios estructurales, sino esperarlos pacientemente en una acampada, esperando el tren de Renfe o haciendo cola en la oficina de Registro de un Ayuntamiento. La buena fe y la paciencia, pero la necesidad de cambio es necesaria en nuestros tiempos.
En la búsqueda de un nuevo espacio digital abierto -
Nube, en este caso, quizás es un concepto demasiado ambiguo y tenebroso -, las acampadas deberán iniciar la descubierta de esta nueva confianza digital considerando la posibilidad de ceder sus archivos, es decir, la documentación gráfica, audiovisual, en imagen y también analógica, a las instituciones de confianza oportunas. En este punto es interesante plantearse cuales serían estas instituciones? Públicas o privadas? Imparciales, científicas o implicadas en el movimiento? Simbólicas o efectivas? Esta semana en Arxifórum, una de las opciones que se planteaba para la conservación del Archivo del 15-M era el Centro Superior de Investigaciones Científicas. En mi opinión, una manera de confiar realmente en la preservación y perdurabilidad de la memoria de este movimiento debería ser confiar los documentos a los archivos históricos, públicos sin duda alguna y con mentalidad de servicio en sus principios.
La confianza digital depositada en los archivos históricos sería un verdadero cambio de mentalidad en las propuestas no solo del movimiento 15-M sino de nuestra sociedad democrática. No confiar ciegamente en la tecnología por si sola. No confiar en la cyberseguridad sin más. No confiar exclusivamente en la nube. No confiar en la firma electrónica como garantizador único de la integridad de la información ahora, pero no mañana. Un nuevo compromiso social pasa por confiar en los centros que tradicionalmente han trabajado la preservación de la memoria de las sociedades, y que está en su ideario su difusión y conocimiento. Esta posición proviene claramente de la Archivística, pero también viene sólidamente soportada por la Historia. La Diplomática en este sentido considera siempre, en última instancia, cuándo la duda acucia la credibilidad de una unidad documental, en el proceso de preservación utilizado. En este sentido, las garantías que los archivos actuales puedes presentar son una verdadera alternativa. Así lo ha creido el Archivo Histórico de Terrassa que está planteando la posibilidad de conservar todo el material digital producido por #acampadatrs. Vocación social, confianza digital y respeto por la voluntad de cambio.
Una última pregunta, que en realidad es un "pero" a la propuesta. Están los archivos históricos actuales preparados para la preservación digital del patrimonio documental que se está generando en este formato? Las dudas en este sentido son más que razonables. Aun así, es evidente que la viabilidad de los archivos históricos debe pasar por su decidida expansión en la gestión y preservación de activos digitales que permitan conservar la memoria de nuestros tiempos. Quien no haya empezado aún, que lo haga. Es un movimiento inexorable.