Ciudadanos ejemplares

Publicado el: 25/01/2011 / Leido: 10623 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0

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Ciudadanos ejemplares

Fuente: http://www.lavanguardia.es
AUTOR: XAVIER ANTICH

Hace dos semanas nos hacíamos eco de lo que, en el mundo de los profesionales de la documentación, era percibido como un exceso

Esta mujer es un peligro. Y está sentando, además, precedentes perversos. Empezó comprando los negativos de Agustí Centelles y reventando todos los baremos establecidos hasta entonces en las instituciones públicas. Y ahora, con la compra por tres millones de euros del mal denominado archivo de Carmen Balcells, ha dado otra vuelta de tuerca que ha producido alarma en el mundo de las bibliotecas y archivos públicos. Se trata de Ángeles González- Sinde, la ministra de Cultura. Hace dos semanas nos hacíamos eco de lo que, en el mundo de los profesionales de la documentación, era percibido como un exceso. Ahora sabemos que los técnicos del Archivo General de la Administración han empezado a abrir las cajas para inventariar los contenidos, y sabemos también que sólo los trabajos destinados a elaborar un"inventario somero" se demorarán, según cálculos optimistas, un año largo.

¿Por qué la alarma? No caeremos en la demagogia de hablar de despilfarro en tiempos de crisis, aunque sería posible esgrimir argumentos sensatos. Sin embargo, el principal problema y la causa de todos los recelos, generalizados entre los profesionales, radica en que, con estas peligrosas iniciativas, se están saboteando los criterios con los que bibliotecas y archivos públicos se han beneficiado, durante décadas, de donaciones, depósitos y cesiones en comodato procedentes de las más diversas empresas y particulares.

Y es que bibliotecas y archivos conservan, clasifican, convierten en accesibles y difunden materiales de todas las tipologías bibliográficas y documentales. Trabajan, pues, con bienes públicos. Parte de estos materiales procede, sin duda, de la compra. Pero una parte muy sustancial de los fondos públicos se debe a la generosidad de los donantes, que ha permitido, en muchísimos casos, que bienes privados adquieran naturaleza pública y que la comunidad se beneficie del acceso a unos materiales que, de haber entrado en la libre concurrencia del mercado, habrían quedado recluidos en ámbitos estrictamente privados. Buena parte de los bienes públicos que forman parte de la riqueza patrimonial de nuestra comunidad se debe, pues, a la generosidad altruista de miles de ciudadanos, en muchos casos anónimos, que, sin esperar compensación de ningún tipo, han hecho donación de lo que era sólo suyo. A muchos de los que ahora están negociando con instituciones públicas alguna forma de donación o cesión de legados se les habrá quedado cara de idiotas al conocer la arbitrariedad con la que la ministra de Cultura está extendiendo cheques al portador. Merece la pena citar algunos ejemplos de cuatro instituciones ejemplares.

La Biblioteca de Catalunya se ha beneficiado desde sus inicios de donaciones que han ingresado en sus fondos de manera continuada. Desde las extraordinarias colecciones del bibliófilo Isidre Bonsoms, que incluían manuscritos medievales y del Siglo de Oro, o los manuscritos de Verdaguer ofrecidos por el conde de Lavern, hasta la biblioteca personal de Prat de la Riba, donada por su viuda, o las colecciones de FredericMarés o Argemí d'Abadal, por no hablar de los fondos manuscritos de Joaquim Miret i Sans, Ferran de Segarra, Jaume Bofill i Mates o Ramon d'Alòs y de los archivos personales de Narcís Oller, Pere Coromines, Josep Trueta, Jaume Fuster, Maria-Mercè Marçal o Joaquim Carbó. Son sólo algunos ejemplos señeros, como el fondo integral de la editorial La Magrana, la donación de obra gráfica de Joaquim Mir o de America Sanchez.

En el Arxiu Nacional de Catalunya existen muchísimos fondos depositados o cedidos que podrían haber sido fácilmente objeto de venta y que, sin embargo, sus titulares decidieron, sin contraprestación económica, que estuvieran a disposición pública, como los fondos de Carles Riba y Clementina Arderiu, Bosch i Gimpera, Ventura Gassol, Eugeni d'Ors, Pau Casals, Victoria de los Ángeles, López Raimundo o Montserrat Roig. Y, por supuesto, multitud de fondos de sociedades y empresas, como la Compañía General de Tabacos de Filipinas o La Maquinista. El Arxiu Fotogràfic de Barcelona, recientemente, ha recibido las donaciones fotográficas de Eugeni Forcano, de Josep Badosa o de Antoni Capella (en este caso, ¡240.000 negativos!). Y el Servei de Gestió Documental, Arxius i Publicacions del Ayuntamiento de Girona, que acaba de anunciar el acceso on line de los fondos de Carles Rahola o Miquel de Palol i Felip, y que disfruta de los legados de Narcís Sans (más de 700.000 fotografías), dispone de un bloque de donaciones espectacular vinculado a los medios de comunicación local: gracias a los convenios con El Punt, Diari de Girona, Televisió de Girona y Ràdio Girona-Cadena Ser, el archivo permite la consulta en línea y gratuita de dos millones y medio de fotografías, siete mil horas de televisión o mil horas de radio. Ninguno de los casos citados, y son ejemplos, ha percibido compensación económica alguna.

Desde aquí, modestamente, pero con toda solemnidad, un homenaje sincero y entusiasta a la vocación pública de tantísimos particulares que, desde hace décadas, han contribuido y contribuyen todavía hoy, a pesar del mal ejemplo ministerial, al incremento patrimonial de la esfera pública. Y, con ellos, a los cientos de profesionales de bibliotecas y archivos que, desde una muy íntima conciencia de servicio público, han dedicado tantas energías a hacerse merecedores de la confianza de esos miles de ciudadanos ejemplares.

Y para acabar un ruego, señora ministra: antes de que sea demasiado tarde, un poco de sensatez.

Publicado el: 25/01/2011 / Leido: 10623 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0

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