Publicado el: 25/12/2014 / Leido: 12574 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
REFERENCIAS DOCUMENTALES
Hay personas que creen que el señor Jesucristo es un personaje ficticio, inventado por mentes calenturientas. Tal posición arroja luz sobre el poco conocimiento de historia de esas gentes. Dicha creencia subestima el testimonio de testigos oculares. El derecho romano y el anglosajón dan la importancia que tiene el testigo ocular o presencial. Entre más testigos tienes y son coherentes en testimonios, y se demuestra que lo manifestado es verdad, ganas el caso. El criticastro lee solo lo que refuerza sus creencias. Sufre estrabismo intelectual. El crítico investiga más allá de lo que parece obvio. No da nada por hecho real.
Los cuatro evangelios fueron escritos por dos testigos oculares y dos investigadores que entrevistaron testigos presenciales. Lucas –investigador nato– ha sido certificado por la arqueología como historiador de primera línea. Los evangelistas escribieron en los primeros 70 años después de los hechos. Los historiadores evalúan la confiabilidad textual de la literatura antigua según dos normas: 1. Tiempo transcurrido entre el original y la copia más antigua y 2. Cuántos manuscritos existen.
Si aplicamos esos principios a Julio César y las guerras gálicas, por ejemplo, vemos que esos hechos derivan de 10 copias de manuscritos, la más temprana data de mil años cuando se escribió Comentario a las guerras gálicas. Décadas se basa en un manuscrito parcial y 19 copias posteriores, entre 400 a mil años después de la escritura del original. La Ilíada la respaldan 643 copias, con un intervalo de 400 años entre la fecha de su composición y las copias más tempranas. Historia de Heródoto tiene fecha de redacción entre 480 a 425 a. C. Las copias más antiguas son de 900 d. C. Hay un período de mil 350 años. Solo 8 copias. Historia de Tucídides, redacción de 460 a 400 a. C. La copia más antigua tiene mil 300 años y consta de 8 copias. Los hechos sobre Platón son de 400 a. C. Las copias más antiguas datan del 900 d. C. Hay un intervalo de mil 300 años. Siete copias. Historia natural de Plinio el joven es del 61 al 113 d. C. Las copias más antiguas son del 850 d. C. Un intervalo de 750 años. Siete copias. ¿Cuántas copias de los manuscritos crees que hay del Nuevo Testamento? ¡Existen 24 mil 900! Los originales se escribieron en los primeros 70 a 90 años. Si eso no habla de la confiabilidad del Nuevo Testamento, ninguna literatura antigua lo hará. Quedaremos sin historia antigua. Deberíamos dudar de manuscritos que revelan lo que atribuimos a Sócrates, Platón, Aristóteles. Quedarán en entredicho muchas figuras de historia moderna.
Los criticastros del Evangelio ignoran que hay traducciones de la Biblia que al pie de página aclaran el significado original de un texto equis. O que tal pasaje “no se encuentra en algunos manuscritos”. Eso expresa la certeza que debemos tener en cuanto a qué dijo o no el señor Jesucristo, o qué tenía en mente el escritor neotestamentario. El Seminario de Jesús (grupo de teólogos y eruditos liberales) debe empezar a ser serio.
¿Existen fuentes ajenas al Nuevo Testamento que hablen del señor Jesucristo? Hay ¡39! Veamos: 1. Cornelio Tácito (55-120 d. C.) Al escribir sobre Nerón, alude a la muerte de Cristo y la existencia de los cristianos. 2. Luciano de Samosata. Sátiro griego de la segunda mitad del siglo II. Se burlaba de Cristo y de los cristianos, pero nunca argumentó que fueran ficticios. 3. Suetonio, historiador romano, era cronista del imperio. 4. Plinio el joven (112 d. C.), gobernador de Bitinia, en Asia Menor. 5. Talos (52 d. C.), escritor. 6. Flegón, historiador griego del siglo II. 7. Mara Bar-Serapio (70 d. C), filósofo sirio. 8. El Talmud babilónico, obra judía, habla de la crucifixión del Cristo y sus discípulos. 9. Josefo (37/38 d. C.), historiador hebreo. Por algunos agregados cristianos a sus palabras sobre Cristo, el criticastro opta por rechazar toda referencia al señor Jesús, cuando lo que debe es admitir que Josefo reconoce la historicidad del Señor. Los evangelios apócrifos reconocen el carácter histórico de Cristo, aunque sus escritores, al escribir 300 y 400 años después de los hechos, pretenden saber más que los autores contemporáneos del Cristo. Las otras 30 fuentes las dejo de tarea a criticastros.
Sin importar en qué año, mes y día nació, lo trascendental es que Cristo nació, vivió, murió y resucitó corporalmente. A los cristianos no nos concierne demostrar nada, puesto que no pocos testigos oculares escribieron sobre lo que vieron, oyeron, palparon. Sus testimonios merecen confianza y respeto.
Los detractores del Cristo deberían probar sus acusaciones. Llaman falsos testigos o mentirosos a los escritores del Nuevo Testamento. En derecho, el asunto funciona así: si acuso, debo probar. La buena fe se presume. La mala fe, empero, se demuestra. Ante acusaciones de ser falsos testigos, a los cristianos no corresponde evidencia probatoria. Por mala fe y ofensa, toca al criticastro la prueba refutatoria. Si no lo hace, incurre en calumnia e injuria. Sencillo.
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-Enrique-Caceres-Arrieta
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