Publicado el: 25/06/2013 / Leido: 9464 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
Dos físicos sostienen, en el último número de la revista PLOS One, que el manuscrito Voynich, que data del siglo XV, contiene un mensaje real y no es un cúmulo de signos sin sentido, cmo se creía hasta ahora. Después de someter el texto a análisis estadístico, Marcelo Montemurro y Damián Zanette concluyen que “presenta una organización compleja en la distribución de las palabras que es compatible con aquéllas existentes en lenguajes reales” y aseguran haber encontrado redes semánticas. “Estos resultados, junto con algunos rasgos estadísticos previamente conocidos del manuscrito Voynich, apoyan la presencia de un mensaje genuino en el libro”, sentencian.
Descubierto en 1912 por el librero Wilfrid M. Voynich, el volumen forma parte de la colección de la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros de la Universidad de Yale y puede consultarse a través de Internet. Está bellamente ilustrado, tiene 240 páginas -se calcula que originalmente tuvo entre 250 y 310-, mide 23 centímetros de ancho por 16 de ancho, y contiene unas 35.000 palabras escritas en un idioma desconocido, que se ha resistido a los expertos durante cien años. El manuscrito Voynich está dividido en cinco secciones: una dedicada a las hierbas y plantas, otra a la astronomía, otra a la biología, otra a mapas y una especie de recetario. Aunque hay botánicos que creen haber identificado alguna de las especies vegetales, no hay constancia de la existencia de la mayoría. En 2009, el laboratorio de radiocarbono de la Universidad de Arizona fechó el pergamino entre 1404 y 1438, y el Instituto McCrone de Investigación, de Chicago, determinó que la tinta del texto y las ilustraciones es de la misma época.
Numerosos científicos han intentado, sin éxito, descifrar el texto. La opinión generalizada es que carece de sentido, y se trata de un fraude elaborado originalmente con el único objetivo de sacarle el dinero a algún rico caprichoso. En una carta dirigida al jesuita y criptógrafo Athanaius Kircher en 1666, Jan Marek Marci, entonces propietario de manuscrito, cita a Rodolfo II de Bohemia como uno de los primeros dueños del volumen. Según Marci, el emperador había pagado por el volumen 600 ducados, una considerable cantidad de dinero, porque creía que era obra de Roger Bacon (1214-1294), posibilidad que el análisis del radiocarbono descartó hace cuatro años.
Ahora, Montemurro y Zanette, de la Universidad de Manchester y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas argentino, respectivamente, creen que sí hay un mensaje en el libro y que han dado con patrones que lo prueban. Sin embargo, el lingüista y psicólogo Gordon Rugg, experto en el texto y que en 2003 concluyó que no es nada más que un fraude, ha salido al paso inmediatamente, en la web de la revista y en su blog, diciendo que “hay algunos malentendidos desafortunados en este trabajo que afectan a sus conclusiones”. Destaca que “el hecho de que el texto del manuscrito Voynich no sea aleatorio es algo conocido desde hace tiempo” y que es “completamente erróneo” pensar que eso invalida la hipótesis del fraude, ya que las peculiaridades estadísticas descubiertas por los dos físicos serían un efecto no intencionado de cómo se perpetró el engaño. Él no cree que haya en el libro nada más que signos sin sentido y bellas ilustraciones.
“Desafortunadamente, el artículo de Montemurro y Zanette es un trabajo que probablemente añada confusión a un área ya compleja. Se basa en afirmaciones clave que son inexactas o erróneas. La evidencia que presentan es consistente con numerosos artículos anteriores sobre el mismo tema, y puede explicarse mediante la hipótesis del fraude. El artículo llega a una conclusión no lo suficientemente respaldada por pruebas y que se enfrenta a numerosas objeciones conocidas desde hace tiempo, que los autores no abordan”, concluye Rugg en su blog.
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