Publicado el: 03/04/2013 / Leido: 9027 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
La Orotava perdió su memoria en la madrugada del 2 de junio de 1841 fuente: http://www.diariodeavisos.comLa memoria de los pueblos, la historia en definitiva, se conserva y se divulga en buena parte gracias a los archivos, que existen desde que se inventó la escritura y se creó la necesidad de trasmitir conocimientos a las futuras generaciones. Actualmente conocemos la historia de distintas civilizaciones y pueblos por sus archivos, valiosos contenedores de la memoria colectiva instalados en edificios dotados de alta tecnología que permite conservar los documentos y legajos antiguos, y salvarlos de las amenazas de la humedad, los insectos y demás condicionantes ambientales. Pero muchos tesoros del pasado se perdieron en otras épocas cuando una simple chispa podía hacer desaparecer para siempre las precarias edificaciones y hasta ciudades enteras. La Orotava y su archivo no escaparon a ese tipo de tragedias.
El origen de los archivos municipales está en la creación de los ayuntamientos en 1812; los archivos jugaron un papel importante porque suponían su soporte jurídico y económico. El Archivo Municipal de La Orotava ha tenido diversas sedes dentro del municipio (calle Colegio, Santo Domingo, Casa Consistorial, etcétera). Su varias veces centenaria historia quedó marcada por un suceso a mediados del siglo XIX. Según cuenta en su propia página web, en la madrugada del 2 de junio de 1841 hubo un incendio en el Ayuntamiento, sito en el número 1 de la calle Colegio, que hizo que las llamas destruyeran la documentación que hasta ese momento existía en el Archivo. Solo unos pocos documentos se salvaron del fuego. Este asunto fue tratado en las tres sesiones más antiguas originales que se conservan de los plenos de la Corporación, celebrados en la propia casa particular del alcalde, Luis Benítez de Lugo, los días 2 y 3 de junio.
En 1897 se instaló el nuevo Archivo Municipal de La Orotava en la actual Casa Consistorial, donde tuvo varias ubicaciones, hasta que la reforma del edificio motivó su traslado en el año 2000 al número 1 de la calle San Sebastián, muy cerca de las ruinas del Teatro Atlante. Pero el archivo ototavense quedó mutilado para siempre por lo sucedido en aquella trágica madrugada del 2 de junio de 1841.Autor: AGUSTÍN M. GONZÁLEZ
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