El burn-out o síndrome de agotamiento profesional, acecha a los empleados sujetos a intensa presión y estrés constante. Se trata de un fenómeno de los tiempos modernos que inquieta especialmente a los médicos del trabajo y a los sindicalistas.
El burn-out es conocido por los especialistas pero no reconocido como enfermedad profesional.
En Francia este síndrome no está reconocido como enfermedad profesional y la falta de estadísticas hace que se ignore su magnitud.
En España, un informe realizado por el Observatorio de Riesgos Psicológicos de UGT en 2009 sobre riesgos psicosociales y salud mental en el trabajo, basado en entrevistas a 4.500 personas empleadas en empresas dedicadas a diferentes rubros, concluyó que “el 81% de los trabajadores entrevistados afirma experimentar síntomas de burn-out o síndrome del trabajador quemado (agotamiento, sensación de ineficacia, distanciamiento mental, etcétera), debido principalmente a una falta de confianza en las propias competencias”. En el informe se subraya que los riesgos psicosociales “deben comenzar a considerarse un factor de riesgo primario para la salud y la seguridad laboral, puesto que los datos evidencian que los problemas relacionados con una mala salud mental en el trabajo constituyen la cuarta causa de incapacidad laboral”.
El tratamiento es largo y difícil
Para Jean-Claude Delgènes, promotor de la conferencia y jefe del gabinete de Prevención de Riesgos Laborales Technologia, “las exigencias de la vida profesional son cada vez más fuertes” y ponen a los empleados “bajo presión”.
Cita la desensibilización del entorno profesional fomentada por el “desempleo masivo duradero, las reorganizaciones laborales debidas a exigencias de rentabilidad, los objetivos cada vez menos realistas y la creciente falta de respeto por el factor humano”.
El doctor Delgènes añade como otra causa las nuevas tecnologías de información, el abono del burn-out, porque “el tiempo de la producción nunca se detiene”.
“El burn-out es una cuestión que hay que tomar seriamente, porque ya ha habido demasiadas tragedias en las empresas”, advierte el líder sindicalista Sébastien Busiris (FO). Busiris, al igual que sus colegas de otras organizaciones sindicales francesas (CFDT, CGT, CFE-CGC), hace un llamamiento para que este síndrome se catalogue como enfermedad profesional.
El síndrome anteriormente acechaba principalmente a las personas cuya actividad entrañaba un contacto relacional importante, como profesores o profesionales de la medicina, pero desde hace diez años se manifiesta en todas las categorías profesionales, según los expertos. Ellos proponen que los médicos laborales y los representantes de personal construyan una red de seguridad en torno a los trabajadores mediante la negociación de acuerdos de prevención y la apertura del debate dentro de la empresa.
La detección precoz del síndrome es “extremadamente compleja, y una vez diagnosticado, su tratamiento es largo y difícil”, señala Martineau-Arbes. “A veces, la vuelta al trabajo puede tomar años. Y no se sale indemne: quedan huellas y secuelas”.
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