Publicado el: 31/03/2012 / Leido: 11322 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
Fuente: http://www.almeria24h.com
Ilustrísimos Señores
Vicarios,
Ilustrísimas Autoridades,
Ilustrísimo Sr. Presidente de
Unicaja
Ministros de Curia y Archiveros diocesano y catedralicio,
Señoras
y Señores:
Es una gran satisfacción para mí poder inaugurar hoy estas
nuevas instalaciones del Archivo Diocesano, en un edificio tan emblemático,
entre las edificaciones del siglo XIX en Almería, como el Palacio Episcopal.
Aquí se instalaron en los años setenta los estantes y el modesto armariaje que
ampliaba la capacidad de asiento de la documentación del Archivo de la Iglesia
de Almería, notablemente dispersa hasta entonces, a excepción del fondo
histórico del Archivo Catedralicio. Su estado y precariedad, sin embargo, ponían
en riesgo la custodia y perduración de tan importante fondo histórico.
La
nueva legislación de la Iglesia sobre Archivos y la legislación civil actual,
así como la normativa sobre protección de datos exigían un proyecto que
emprendimos con entusiasmo. Hoy este proyecto se ha hecho realidad en estas
modernas instalaciones, que han sido posibles gracias a la Obra Social de
Unicaja, cuyo Presidente, Don Braulio Medel Cámara, nos honra con su presencia.
Desde que el Montepío de la diócesis de Almería se integró en Unicaja, la
diócesis de Almería ha unido muchos de sus proyectos de alcance social y
cultural a la colaboración generosa de Unicaja con estos proyectos diocesanos
que promueven bienestar social y cultura, incluso en estos difíciles momentos de
crisis económica.
Se ha dicho con razón que esta crisis tiene no sólo
razones de orden económico o social sino asimismo de orden moral. El papa
Benedicto XVI en su Carta encíclica sobre el desarrollo integral en la caridad y
en la verdad Caritas in veritate, de 2009 decía a este propósito lo
siguiente:
«En efecto, la economía y las finanzas, al ser instrumentos,
pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias
egoístas. De esta forma, se puede llegar a transformar medios de por sí buenos
en perniciosos. Lo que produce estas consecuencias es la razón oscurecida del
hombre, no el medio en cuanto tal. Por eso, no se deben hacer reproches al medio
o instrumento, sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad
personal y social.
La doctrina social de la Iglesia sostiene que se
pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de
solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no
solamente fuera o"después" de ella. El sector económico no es ni éticamente ni
inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y,
precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada
éticamente» (n.36.
Estas palabras de Benedicto XVI ponen de actualidad la
finalidad humana de la economía y de las finanzas, cuyos beneficios deben
redundar en la humanización de la vida humana y en su desarrollo moral y
perfeccionamiento espiritual. La crisis económica y social que padecemos
evidencia la crisis misma de un sistema de valores materialista, que nos
devuelve de bruces contra la contundente realidad de la miseria humana. Por eso,
al inaugurar hoy las instalaciones del nuevo Archivo Diocesano, en la planta
baja de este Palacio Episcopal, sede asimismo principal de la Curia y residencia
episcopal, permítanme que ponga énfasis particular en la acción religiosa de la
Iglesia como fuente de una ordenación de la vida humana regida por valores
morales, que tiene su reflejo en la historia misma de la Iglesia, con sus altos
y bajos, pero siempre una historia ineludiblemente confrontada con la tradición
de fe de la Iglsia, de la que dan testimonio los textos fundacionales del
cristianismo: los evangelios y los escritos apostólicos del Nuevo Testamento,
seguidos del caudal literario a que ha dado lugar desde los orígenes la
predicación, la catequesis y la obra de educación e instrucción cristiana de los
pueblos por parte de la Iglesia.
Estas instalaciones están destinadas a
contener los libros sacramentales de la diócesis, tan extensa como al provincia
almeriense desde los últimos años cincuenta, ya que a la primitiva diócesis,
restaurada tras la reposición histórica de la cristiandad, se agregaron
territorios de la provincia que estuvieron durante siglos incorporados a la
archidiócesis de Granada y a las diócesis de Murcia y de Guadix. En los libros
sacramentales se halla la crónica poblacional de estas tierras, que tiene en los
libros de apeo, algunos de los cuales se custodian en el Archivo Diocesano el
correlato histórico de su ubicación territorial.
Los libros sacramentales
dan testimonio, además de la práctica de la fe, tan extensa como la sociedad
misma, no sólo de la estadística poblacional sino de la calidad de la vida, por
el efecto de su duración constatada en los libros de defunciones, que dan
cuenta, a su vez, del acoso de la enfermedad, la mortandad infantil y la ventura
de la ancianidad. Con todo, estos libros son testimonio principal de las
convicciones religiosas determinantes de nuestras raíces históricas y de la
tradición cristiana de nuestra sociedad.
A estos libros hay que agregar
la biblioteca histórica episcopal, donde se recogen no sólo los legados
bibliográficos de los Obispos, la mayoría de los cuales se hallan incorporados a
la biblioteca del Seminario Conciliar, igual que los libros de orientación
canónica y pastoral, particularmente los sermonarios y los libros de moral y los
libros litúrgicos. No obstante, en estas instalaciones pensamos incorporar parte
del fondo de la biblioteca episcopal histórica, lo que requerirá un trabajo no
desdeñable, en un proyecto global de ordenación de bibliotecas que los Obispos
de la Provincia eclesiástica de Granada ambicionamos realizar como coordinación
de todas nuestras bibliotecas diocesanas, que tanto esfuerzo y cuidado
requieren.
El Archivo Diocesano cuenta con dos secciones de acceso más
restringido, conforme a la normativa canónica y la legislación civil vigente: la
documentación contemporánea de duración no superior a los cien años asentada
durante un período de cinco años en los archivos de departamento y Cancillería,
salvo la documentación especial como la propia del Tribunal
Eclesiástico.
Se trata de una documentación importante generada por las
Vicarías y las Delegaciones episcopales, los secretariados diocesanos y las
oficinas del Obispado. En esta documentación se refleja la intensa vida de la
Iglesia Católica y su presencia en al sociedad, los servicios que presta a la
sociedad mediante la acción caritativa y social, la educación y la custodia y
preservación del patrimonio histórico-artístico. A esta documentación hay que
añadir la documentación que se halla canónicamente protegida y la que no puede
ser accesible a la información general en razón de la normativa civil de
protección de datos personales.
El trabajo que requerirá la plena
ordenación de todos estos fondos, además de la ordenación del fondo histórico
documental y bibliográfico, no será ciertamente poco; pero, dicho con modestia y
humildad, la conservación de tan importante complejo documental y bibliográfico
será de agradecer a la cuidadosa y paciente labor de la Iglesia, bien
acreditada.
En la medida en que vayamos avanzando en esta ordenación será
más ágil y mayor el volumen del fondo a disposición de la información en
general, y de la investigación histórica en particular. Por eso, junto a los
fondos conservados, se ha instalado una sala de investigadores para el trabajo
científico. Esta sala, modesta pero suficiente para el trabajo de investigación
forma parte de las piezas auxiliares al servicio de los fondos del Archivo, que
cuenta así con salas de entrada, de desinfección y desinsectación, además de la
dirección y oficina del Archivero Diocesano.
Por otra parte, hay que
tener en cuenta que la labor de este Archivo se ha de conjugar con al labor del
Archivo Catedralicio, que contiene importante documentación de la historia del
Obispado de Almería, de sus Obispos y de la actividad capitular del Cabildo
Catedral. Esperamos que en un futuro no lejano el Archivo de la Catedral, hoy
ubicado en instalaciones muy precarias, pueda asimismo habilitar espacios
adecuados para su labor.
Me complace, por lo demás anunciar que acaba de
salir a la luz la edición de la nueva «Normativa sobre archivos de la Iglesia»,
al servicio de la custodia y conservación y regulación del acceso a los fondos
de los archivos diocesanos. La edición, que aparece en las"Publicaciones del
Obispado de Almería", corresponde al número 13 de la colección de textos
legislativos. En ella se recogen los decretos que la sancionan de la Provincia
eclesiástica y del Obispo diocesano; unas «Orientaciones acerca de los libros
sacramentales parroquiales», de la Conferencia Episcopal Española; el
«Reglamento marco de los archivos de la Iglesia en Andalucía», aprobado por los
Obispos del Sur de España; las «Normas complementarias sobre archivos
parroquiales y de funcionamiento en las salas de consulta», aprobadas por los
Obispos de la Provincia eclesiástica de Granada; y la «Normativa para la
aplicación en la diócesis de Almería de los documentos sobre archivos de la
Conferencia Episcopal Española, de la Asamblea de Obispos del Sur de España y de
la Provincia eclesiástica de Granada».
Esta última normativa ha sido
puesta en vigor por decreto episcopal el pasado 16 de febrero, con la esperanza
de que sirva al mejor acceso a los archivos de la Iglesia en neutra diócesis. De
estos archivos forman parte como secciones propias los archivos parroquiales,
sometidos a las normas que se recogen en esta edición que presento, en la cual
se tiene en cuenta la legislación canónica y la civil.
Quiero agradecer
una vez más la presencia de todos Ustedes en este acto y manifestar de nuevo mi
satisfacción por ver terminada la rehabilitación de esta planta baja del Palacio
Episcopal y en ella ubicado el Archivo Diocesano. Muchas gracias a todos.
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Adolfo González Montes
Obispo de Almería