Publicado el: 08/02/2012 / Leido: 11212 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
Son los templos de nuestra identidad y punto de
encuentro para bibliófilos, los amantes de los libros. La lejanía de los siglos
se acerca a los tiempos actuales a través de la palabra escrita. Los archivos y
bibliotecas de nuestra ciudad son auténticos centros de sabiduría acerca de la
economía, la política, la cultura y los hábitos de vida de todos nuestros
antepasados. Estos guardianes de la historia atesoran materiales únicos, algunos
piezas rarísimas, que cobran vida a través de cientos de legajos, documentos o
libros de un gran valor histórico, informativo y estético.
«El tesoro de un archivo es amplísimo, porque no se ciñe
a una sola pieza; abarca el conjunto de todos los documentos», afirma con
rotundidad Esther Cruces, la directora del Archivo Histórico Provincial de
Málaga, una institución que nace en la II República, con el decreto de 12 de
noviembre de 1931, que creó los archivos históricos provinciales en aquellas
provincias que no eran sedes de Colegio Notarial.
En su sede actual junto al convento de la Trinidad, el
Archivo Histórico Provincial almacena alrededor de 22 kilómetros de documentos
textuales, gráficos y fotográficos de los acontecimientos acaecidos en nuestra
provincia desde finales del siglo XV hasta nuestros días. Rastreando entre estos
miles de escritos del ayer aparecen documentos administrativos y judiciales de
gran relevancia, joyas en papel, tales como la primera sentencia de la Audiencia
Provincial de Málaga (1896), en este caso por robo, a un joven de catorce años;
el libro de contaduría de hipotecas (1863), antecedente del Registro de la
Propiedad; un índice de fincas rústicas sobre el desaparecido pueblo de
Peñarrubia, en la zona de Ardales; un ejemplar con la letra manuscrita que
recoge el IPC de 1899 bajo la denominación Precio Medio de Artículos de Consumo,
que llevaba a cabo el entonces Instituto Geográfico y Estadístico, actual INE, o
un protocolo notarial de 1495 en escritura antigua (paleografía) a pluma y
tinta.
Las obras públicas de la época
también están presentes en este archivo dependiente de la Junta de Andalucía.
Los planos de demarcación de la costa de la capital en papel tela para el
Ferrocarril de las Canteras, que pasaba por los Baños del Carmen, o unos
negativos en vidrio de la construcción del pantano del Guadalhorce (1917), una
de las obras hidráulicas e hidroeléctricas más importantes de la
provincia.
Otro templo de nuestra
historia es el Archivo Municipal, que nace con el Ayuntamiento de Málaga, tras
la conquista de los Reyes Católicos. En él se custodia, conserva y difunde la
documentación producida por el Consistorio en el transcurso de su gestión, desde
1487 hasta nuestros días, sin apenas lagunas documentales.
La Biblioteca Auxiliar del Archivo Municipal, cuyos
orígenes se remontan al siglo XIX, impulsó el aumento de los fondos en la
primera mitad del siglo XX con la incorporación de Francisco Bejarano Robles,
que llevó a cabo la adquisición de libros de temática local. Con alrededor de
10.000 volúmenes, es la parte más importante de la biblioteca, «la más
consultada», en palabras de la jefa de servicio del archivo histórico y
administrativo, María Pepa Lara, que trabaja codo con codo en la conservación,
puesta en valor y difusión de estos tesoros bibliográficos junto con María
Isabel Vila, jefa de negociado del archivo administrativo intermedio, y Adela
Rubia, técnico de archivos y bibliotecas.
Alrededor de 25.000 volúmenes en continua revisión
atesora esta biblioteca, de los que destacan monografías antiguas, impresas o
publicadas con anterioridad a 1801, en un numero que ronda los 500 títulos, así
como publicaciones del XIX y XX, que constituyen el grueso de la
colección.
Un incunable de 1487, que
recoge el discurso que pronunció en latín el obispo Pedro Bosca en el Vaticano
por la Reconquista de Málaga es una de las joyas de la institución cultural. No
menos importante es una edición de la obra cumbre de Miguel de Cervantes, Don
Quijote de la Mancha. Son cuatro tomos en una edición de lujo por encargo de la
Real Academia Española al impresor Joaquín Ibarra en 1780.
Romance. Otro buque insignia de esta
biblioteca es Del origen y principio de la lengua castellana o romance que hoy
se usa en España, obra de 1606 y considerada por los especialistas como la
primera aproximación satisfactoria de una gramática histórica. Fue el malagueño
Bernardo Aldrete, quien rubrica esta valiosísima pieza. Para los más
bibliófilos, Ocios de Castalia en diversos poemas (1663) de uno de los más
claros representantes del barroco literario, el poeta malagueño Juan de Ovando y
Santarén, y Anacardina espiritual (1650), de Juan Serrano Vargas y Ureña, en la
que las grandes pandemias y catástrofes naturales que castigaron a los
malagueños en los siglos XVI y XVII son la base de este
texto.
Riquísimo patrimonio
bibliográfico el de la Biblioteca Cánovas del Castillo, dependiente de la
Diputación de Málaga. Comenzó a crear su colección en la década de los 70,
especialmente a través de la adquisición, en su mayoría, en librerías
anticuarias, y otros procedentes de donaciones particulares o legados. El valor
de esta colección radica en el gran interés que alberga para la historiografía
de Málaga y su provincia, explica su directora, María
Sánchez.
Dentro del fondo antiguo, la
Biblioteca Cánovas del Castillo atesora once magníficas obras del XVI, entre las
que cuenta con el primer libro impreso en Málaga, Descripción general de África,
obra de Luis de Mármol y Carvajal. Es de 1599 y nació en la imprenta de Juan
René. Una pieza de gran interés local es el Protocolo de Mayorazgo y Señorío de
la familia Cualla originaria de la Villa de Colmenar, fechado en
1700.
Un destacado escrito es la
Historia sexitana de la antigüedad y grandezas de la ciudad de Vélez, de
Francisco de Vedmar, publicada en Granada en 1652, subraya María Sánchez, quien
no quiere dejar fuera de esta selección la Historia de la ciudad de Ronda, obra
del bibliotecario de la Real Maestranza de Ronda Juan José Moretti
(1867).
Muy interesantes son el Catálogo
de la Prensa de Málaga y su provincia desde 1599 a 1900, del periodista
Francisco de Paula Lasso de la Vega; un manuscrito de 1790 sobre la historia de
Antequera, por el padre Fray Francisco Cabrera, de la que la Biblioteca tiene la
única copia corregida por Fray Juan de Rosas; una edición de lujo de Serafín
Estébanez Calderón, adornada con 125 dibujos de Lameyer, sobre costumbrismo
andaluz (1847), o la Disertación en recomendación y defensa del vino malagueño
Pedro Ximén (1792), de Cecilio García de la Leña y publicada en Málaga por Luis
Carreras.
La Biblioteca Cánovas del
Castillo también cuenta entre sus fondos con una obra de la viuda del general
Torrijos, María Luisa Sáenz de Viniegra, publicada en Madrid en 1860, donde
recoge la biografía del militar y el desarrollo de los acontecimientos previos a
su fusilamiento a partir de los documentos de su marido.