En una larga carta emitida estos días, la asociación muestra una lucidez poco común con sus homólogos en el resto de países. Jean-Robert Bisaillon, vicepresidente del SAC, comentaba un discurso contrario a la mayoría. El hombre ha llegado a decir que"la red ha reactivado el negocio de la música" y que"compartir la música es parte de la naturaleza de las personas". Según Bisaillon:
Creemos que la práctica del intercambio de archivos es grande e imparable. Es por eso que queremos establecer un régimen que permita a todos seguir haciéndolo sin estigmatizar a la opinión pública y, en cambio, encontrar una manera para que los artistas tengan una compensación justa en los archivos de música que se comparten. Otros aspectos positivos incluyen ser capaz de encontrar la música que no está disponible en la oferta de ámbito comercial, la búsqueda de una mayor calidad de los archivos digitales, ser capaz de permitirse el lujo de tener la música, incluso si usted es pobre ,y ser capaz de descubrir nuevos artistas o recomendar a los amigos.
Las grandes discográficas van a tratar de disuadir cualquier opción que pueda disminuir su control, incluso si esto significa utilizar la amenaza o la desinformación. Ellos tienen el dinero y los contactos para presionar a los gobiernos en apoyo a su visión. Nuestro papel debe ser desarrollar y proporcionar medios alternativos de acceso a la música que sean buenos para los consumidores y los creadores por igual.
Un loco o un iluminado pensarán algunos del gremio. El caso es que el SAC a diferencia de la mayoría de grupos vinculados a la industria de la música, no quiere que se derriben las plataformas para compartir música. Al contrario, su punto de vista es que los consumidores deben tener acceso a toda la música del mundo, algo que"desgraciadamente" sólo podemos obtener hoy a través de las webs de intercambio o cyberlockers.
Su teoría es sencilla. En vez de cerrar los sitios, los compositores piden la legalización total de ellos a la vez que se crean fórmulas para compensar a los artistas cuyas obras son compartidas. ¿Cómo? A través de tipos de licencia para los consumidores. Dicho de otra forma, en vez de demonizar la tecnología, abrazarla como una oportunidad nueva y real de negocio.
Así lo explican en su larga propuesta:
Las personas siempre han compartido la música y siempre lo harán. La música que compartimos define quiénes somos y quiénes son nuestros amigos y compañeros. La importancia de la música en el tejido de nuestra propia cultura, así como la de todo el mundo, está ligada a la experiencia de compartir.
La música de intercambio de archivos es una ciudad vibrante, un sistema abierto, de distribución mundial para la música de todo tipo, y presenta una gran oportunidad para los creadores y titulares de derechos. Además, una vez se consiga un sistema de monetización justa y razonable en su lugar, todas las partes interesadas, incluidos los consumidores y los proveedores de servicios de Internet, se beneficiaran sustancialmente.
Los creadores de música y titulares de derechos deben sentar las bases para un modelo de negocio que puede continuar durante décadas en lugar de intentar la casi imposible tarea de tratar de obtener beneficios económicos de la reducción del ciclo de la tecnología, siempre cambiante.
La idea promete pero para ello deben encontrar una fórmula con la que compensar a los creadores de música, sino resultará imposible que todos apoyen la iniciativa. El SAC dice que se encuentra en estos momentos hablando con todos los actores involucrados (consumidores, titulares de derechos y proveedores) para que el intercambio de archivos sea una realidad con ayuda de licencias.
Parece difícil que se consiga un consenso en los involucrados e incluso puede que no ataje el verdadero problema, pero el hecho de que los propios artistas promuevan el cambio de pensamiento hacia la innovación tecnológica en vez de la censura es de lo más positivo que se ha escuchado en mucho tiempo.