Publicado el: 28/09/2024 / Leido: 4882 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
Para el depósito de documentos es preferible escoger áreas de temperatura media, bien aireadas y con la menor exposición al sol posible. Las áreas destinadas al depósito de documentos han de estar libres de goteras y otras fugas que permitan el paso del agua o humedad. Los soportes (documentos) nunca deben estar en contacto directo con los muros.
El clima ejerce una influencia directa sobre la conservación de los documentos y, en particular, la de aquéllos depositados en el área común, que no disponen de control directo de la temperatura y la humedad.
La conservación normal de los documentos varía de una región a otra del país. Ante tales diferencias climáticas siempre que sea posible conviene adoptar y observar determinadas prácticas de carácter local, lo que hace a la manipulación y a la sala de conservación.
Por lo general las prácticas locales corrientes constituyen una buena guía al respecto, excepto en determinados casos en los que el medio ambiente presenta problemas particulares.
ÁREAS DE LA SALA DE CONSERVACIÓN. El espacio de Sala de Conservación se clasifica por lo que hace a los documentos según las temperaturas requeridas para la conservación de los mismos. Por lo general la siguiente terminología, se emplea para la designación de las áreas de Sala de Conservación, aun cuando no se excluyen variantes locales, sobre todo en los referente a los límites de temperatura.
1.- Área seca común. Está formada por el espacio de la Sala de Conservación en el que el control de temperatura se mantiene simplemente por vía de aislamiento, ventilación y circulación de aire.
2.- Área de calefacción. Designa aquella a la que se puede aplicar calor con objeto de prevenir la congelación.
3.- Área fría. Es aquélla en la que se puede mantener la temperatura por debajo de 15°C.
4.- Área de enfriamiento. Se designa así al espacio en el que se puede mantener la temperatura entre 1°C y 10°C.
5.- Área de refrigeración. Es el espacio con una temperatura corriente menor de 0°C.
La protección a adoptar para una clase documental determinada depende del tiempo de permanencia en la Sala de Conservación previsto para el mismo.
Los cimientos. Al construir un depósito, el arquitecto sabe que debe calcular sus cimientos y accesorios, no solo en función de la construcción misma sino también en función del peso de los documentos a conservar.
Es imposible fijar a éste respecto normas actuales, el peso de cada metro lineal de documentos, varía según la naturaleza del soporte documental, tomando en cuenta la costumbre local de instalar los documentos parados, apaisados e inclusive recostados, son factores que modifican la resistencia del piso, por la misma razón de que sobre la base de un metro lineal, pueden descansar desde 5 hasta 11 anaqueles, lo que marca una diferencia apreciable por metro cuadrado de piso. Se ha calculado que los suelos de la sala de conservación del archivo debe soportar una carga de 1.500 a 2.000 kg. por m2. Esta cifra debe multiplicarse en caso que se adopte el sistema sobre pilotes.
Paredes exteriores. Las paredes deben asegurar el aislamiento térmico y proteger contra el exceso de humedad y de luz solar, es decir, el cemento armado o los ladrillos apilados, resultan insuficientes. La mejor solución consiste en construir muros de doble pared con vacío de aire intermedio, este sistema resulta bastante costoso.
La elección de materiales de los muros y del revestimiento es asunto del arquitecto, según los medios financieros de que dispone y según sus concepciones estéticas, varía según las normas o tradiciones de cada país. El ladrillo es un excelente material si está asociado al cemento, pared externa de ladrillo y pared interna de cemento. Los revestimientos externos de piedra tallada son demasiado costosos, pero cuando puede utilizarse, da muy buenos resultados, son buenos aisladores y vistosos. Recordemos que el aislamiento térmico e higrométrico es esencial y que ninguna economía de gasto debe prevalecer contra él.
Los suelos de entrepiso. Por sus características físicas, es necesario renunciar a los pisos de madera y de planchas sintéticas. Es recomendable la losa de cemento, provista de un revestimiento adecuado para evitar el desprendimiento de polvo. El espesor de la losa no está estandarizado, varía de 80 a 12 cm., según la naturaleza del esqueleto del edificio y las cargas a soportar.
Los techos. La impermeabilidad de los techos es fundamental. Su solución varía según los climas, según las tradiciones locales, etc.; pero debe ser estudiado en forma particular, considerando que las salas de conservación son lugares en los no se trabaja permanentemente y pueden producirse filtraciones de agua sin ser descubiertas inmediatamente. Los techos en terraza son los menos satisfactorios.
En zonas geográficas húmedas y lluviosas, se prescinden de techos sin pendiente. Se debe prestar una atención particular al mantenimiento de las canaletas y tubos de desagüe y los materiales que se emplean en los techos.
Los techos metálicos de aluminio, cobre, acero inoxidable, tienen el inconveniente de ser buenos conductores del calor, creándose la necesidad de acondicionar un vacío de aire importante con ventilación adecuada entre el techo y el piso superior de la sala de conservación. En las zonas industriales, los techos metálicos no son adecuados por su riesgo de corrosión al contacto de gases sulfurosos y ácidos de la atmósfera.
Superficie de la sala de conservación. Por razones de comodidad en la climatización y de seguridad en caso de una propagación eventual del fuego, es conveniente que las salas de depósito no excedan de 150 a 200 m2.
Cuando se indica un depósito en longitud (a lo largo) conviene dividirlo por medio de paredes y puertas refractarias, determinando las salas de 200 m2 al máximo.
Aislamiento de la sala de conservación. El aislamiento de la sala de conservación es realizado en plano y en elevación por las paredes, pisos, puertas contra el fuego. Las normas de seguridad de los servicios oficiales para las divisiones de paredes y pisos contra el fuego, varían ligeramente de un país a otro. Para los archivos, las paredes susceptibles de resistir durante 2 horas el incendio son suficientes, para cumplir este rol, las salas no deben tener aberturas que permitan propagar el fuego, esto implica que todas las aberturas deben estar equipadas con puertas contra el fuego.
Las puertas contra el fuego. La puertas refractarias generalmente están compuestas de dos chapas de acero, separadas térmicamente por material refractario de manera que resista en caso de incendio un lapso mínimo de una hora. En su mantenimiento se debe tener cuidado de que deben ser cerradas instantáneamente en caso de necesidad.
Cuando existe un sistema de detección y alarma contra incendio, el sistema suelta un soporte que automáticamente cierra las aberturas de la sala. Se debe tener en cuenta que se abran con facilidad desde el interior, en caso de que alguna persona se encontrase encerrada en la sala donde el fuego se ha producido.
También es necesario considerar:
Aislamiento de escaleras y ascensores. Las escaleras y ascensores que unen los pisos deben estar obligatoriamente construidas con materiales susceptibles de resistir el fuego durante una hora en todos los niveles o pisos. Su comunicación con las salas de conservación debe ser por medio de puertas refractarias.
Si la escalera posee vidrios, los vidrios deben ser también de material refractario contra el fuego.
Todas estas disposiciones tienen un objetivo: evitar que un incendio que estalla eventualmente en un piso cualquiera de los depósitos, no se extienda a los otros pisos por medio de la escalera y del ascensor.
Escaleras de seguro. Son necesarias para la seguridad del personal en caso de incendio y otra emergencias. Las puertas que dan acceso son a prueba de fuego, no pueden ser abiertas del exterior, pero pueden ser abiertas del interior en todo momento y sin dificultad.
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